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El rosario ocupa un puesto importante en la actividad apostólica de san Luis María de Monfort -a quien la gente sencilla llamaba el Padre del rosario grande-. Aunque se trate de una práctica particular -y exterior- de la devoción a la Santísima Virgen, Monfort está plenamente convencido de su valor y eficacia pastoral, al considerarlo uno de los medios más eficaces para "renovar el espíritu del cristianismo entre los creyentes". Para difundir el rosario entre toda clase de fieles, Monfort compone, en los últimos años de su vida, El secreto admirable del Santísimo Rosario. En esta obra existen páginas excepcionales, como aquellas que insisten en el elemento interior del rosario, es decir, la meditación de los misterios de la redención; las que describen las objeciones comúnmente formuladas en contra del rezo del rosario; las que ponen de relieve el carácter comunitario de esta oración; las que hacen el comentario espiritual del padrenuestro y del avemaría; y por último, las que detallan las disposiciones interiores indispensables para que el rosario sea una auténtica oración. Más que a considerar el rosario como una práctica obligada de devoción, la obra de Monfort ayuda al cristiano a descubrir el significado y los valores del mismo, de forma que se vea animado a experimentarlo personalmente. En efecto, en la actual conciencia eclesial ha madurado la convicción de que "el rosario es una oración excelente, pero el fiel debe sentirse libre, atraído a rezarlo, en serena tranquilidad, por la intrínseca belleza del mismo" (Marialis cultus 55).
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Muy lindo.