Libro: La Teoría De Dios: Universos, Campos De Punto Cero Y

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The God Theory: Universes, Zero-point Fields, and Whatøs Behind It All

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Extracto. © Reimpreso con autorización. Todo reservado. La teoría de DiosUniversos, campos de punto cero y lo que hay detrás de todoPor BERNARD HAISCHRed © 2006 Bernard HaischTodo reservado.ISBN: 978-1-57863-436-1ContenidoPrefacioIntroducciónCapítulo 1: Viaje personalCapítulo 2: Hacer preguntas fundamentalesCapítulo 3: Explicar la creaciónCapítulo 4: Reduccionismo y una cosmovisión espiritual Capítulo 5: Explicando la conciencia Capítulo 6: El campo de punto cero Capítulo 7: Hacia el vacío Capítulo 8: el 9: Dios y la teoría del todo Capítulo 10: Un número infinito de universos Capítulo 11: Un universo con propósito Pensamientos finales Bibliografía CAPÍTULO 1 Viaje personal Las semillas que dieron a mi vida fueron plantados a una edad temprana. Nací en Stuttgart, Alemania, de padres alemanes que se mudaron a los Estados Unidos cuando yo tenía tres años. Vinieron a Indiana porque la hermana de mi madre y su esposo se habían mudado allí después de la guerra. La Alemania de la posguerra, incluso en la década de 1950, era un lugar bastante sombrío y Estados Unidos era la tierra dorada de las oportunidades. Mi tía le enviaba cartas exageradas y elogiosas a mi madre sobre una panadería que estaba disponible en el lado sur de Indianápolis, era barata y podían hacer negocios juntos. Cuando mis padres llegaron con algunos baúles, algunos dólares y un niño, yo, la oportunidad de la panadería resultó estar a medias. Me alegro. Por lo demás, he sido panadero y esto ha sido un libro de cocina. Mi primera infancia estuvo moldeada por una madre escrupulosamente católica y por las buenas Hermanas de la Providencia en la escuela parroquial St. Catherine of Sienna en Indianápolis, quienes comenzaban cada día escolar llevándonos a todos a misa. , bajo el supuesto de que este fue el mejor preludio para la lectura, la escritura, la aritmética y, por supuesto, el catecismo. De hecho, mi madre quería que me convirtiera en sacerdote, y estoy segura de que envió muchas oraciones al cielo en ese sentido. Ahora, ser sacerdote habría sido más emocionante que ser panadero, pero cuando era niño, siempre me encantó la ciencia. No recuerdo un momento en el que no quisiera ser científico, y específicamente astrónomo. Hay algunas cosas que simplemente sabes, especialmente de niño, cuando tu mundo aún no está lleno de dudas que crecen y te más adelante en la vida. Como hijo de la generación Sputnik, me encantaba ver los programas de cadetes espaciales en la televisión. Años más tarde, en el Museo de Televisión y Radio de la ciudad de Nueva York, localicé un episodio de Buzz Corbin y Cadet Happy que creo que puede haber ayudado a lanzar mi carrera espacial. Fue increíblemente tonto:un joystick de ida y vuelta parecía ser todo el control que Buzz necesitaba para volar alrededor de la galaxia en su cohete interplanetario. La vida era notablemente más simple para ellos que para el Capitán Kirk, el Comandante Scotty y sus motores warp solo una década después. Cuando entré en primer grado, ya tenía la curiosa certeza de que me convertiría en astrónomo. Me imaginé vívidamente explorando las superficies de otros mundos a través de un enorme telescopio, como el reflector de 200 pulgadas en el Monte Palomar. Aunque lo que imaginé superó con creces lo que incluso un telescopio así podría ofrecer, el sueño era real. Me consoló saber que me esperaba un gran destino en la astronomía: que había descubrimientos esperando que los hiciera. Debido a la devoción de mi madre y a mi propia fascinación por el espacio, desarrollé una fuerte convicción a una edad muy temprana de que me convertiría en sacerdote. -astrónomo como el padre Giuseppe Piazzi, quien descubrió el primer asteroide, o el padre Angelo Secchi, quien, en el XIX, fue el primero en clasificar las estrellas según su espectro. Aprendí, a medida que crecía, que estas dos vocaciones no son, de hecho, incompatibles. Hay jesuitas que son astrónomos profesionales de buena reputación. En los XIX y XIX, la Católica operó varios observatorios en Roma, y ??el Observatorio Vaticano oficial, fundado en 1891, mantiene una instalación moderna en la cima del Monte Gr

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