Libro: Imzadi Forever (star Trek, The Next Generation)

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Libro: Imzadi Forever (Star Trek, The Next Generation)

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Descripción del producto La serie Star Trek: Edition continúa con esta emocionante aventura protagonizada por el comandante Spock, el capitán Kirk y el U.S.S. Empresa. Imzadi: para la gente del planeta Betazed, incluida la consejera Deanna Troi de Starship Enterprise™, amado y denota aquello que nunca se puede romper de verdad. Sin embargo, ¿a quién pertenece realmente el corazón de Deanna? El comandante William Riker fue el primer Deanna llamado Imzadi. Mucho antes de servir juntos a bordo del Enterprise, compartieron una tempestuosa historia de amor en Betazed. E incluso ahora, muchos años después, Riker se embarcará en un viaje desesperado a través del tiempo y el espacio para salvar la vida de Deanna. Pero Riker no es el único oficial de la Flota Estelar que capturó el corazón de Deanna. El teniente comandante Worf, el feroz guerrero klingon, también se siente atraído por la naturaleza amable y afectuosa de Deanna. Unidos por el destino, él y Deanna comparten una pasión inesperada que pone a prueba los lazos entre Troi y Riker, ¡incluso cuando una conspiración romulana mortal los amenaza a todos! Acerca del autor Peter David es un escritor prolífico cuya carrera y continua popularidad abarca más de veinticinco años. Ha trabajado en todos los medios imaginables: televisión, cine, libros (ficción, no ficción y audio), cuentos y cómics, y ha adquirido seguidores en todos ellos. Extracto. © Reimpreso con autorización. Todo reservado. Capítulo uno Salgamos de aquí. Un aullido suave y espeluznante estaba en el aire, que parecía estar impregnado de los inquietantes y solitarios gritos de almas que habían existido o nunca existieron o estaban en algún estado de limbo en el medio. la distancia era la ciudad. Su nombre era desconocido y lo sería para siempre. El aire estaba oscuro y lleno de la sensación de que una tormenta estallaría en cualquier momento. Fue así todo el tiempo. La tormenta nunca se desató. Simplemente amenazó con hacerlo. La misma ocultación del evento real implicaba que, si esa tormenta alguna vez llegara, muy bien traería suficiente poder para lavar todo ese notable intangible llamado realidad. Nada de eso le importaba al hombre que era el líder. El hombre de la camisa amarillo verdosa, cuya mente estaba en otra parte y en otro momento. Detrás de él estaban sus su tripulación. Esperaron pacientemente. Por un momento pareció que se estaba preguntando cuánto tiempo serían capaces de esperar. ¿Cuáles fueron los límites de su paciencia? ¿Los límites de su confianza en el hombre que era su capitán? Pero estaba claro que no iba a probar esos límites. Un hombre quehabía sido impulsado a salir y explorar nuevos lugares, descubrir nuevas fronteras... este hombre finalmente había encontrado un lugar lleno de perspectivas de exploración potencialmente infinitas. En cualquier lugar, en cualquier momento. Y su respuesta fue no aceptarlo. No, todo lo que quería hacer era dejarlo atrás, alejarse lo más posible. Salgamos de aquí. Las palabras se quedaron allí un momento, sorprendentes en su vehemencia, en el anhelo y el sentido general de Oh, Dios, no puedo soportarlo más, llévame lejos de aquí, lejos a un lugar donde no tenga que pensar o sentir, para un lugar donde puedo estar entumecido. La tripulación dio varios pequeños pasos más cerca el uno del otro. Hasta cierto punto fue por reflejo, para asegurarse de que estuvieran dentro del alcance del efecto transportador. Pero también había algo más esta vez. Era un deseo tácito de tratar de prestar apoyo a fuerza del hecho de que estaban allí para él. No había nada que pudieran decir o hacer. De hecho, ni siquiera entendían completamente lo que estaba pasando por la mente de los capitanes. Todavía no sabían los sacrificios que había hecho su oficial al mando. No sabía que, en la mejor tradición del romance, había descubierto que una parte de su alma existía en una mujer y se había sentido atraído por ella. Y luego había perdido esa parte de su alma, que no se había dado cuenta del todo que le faltaba en primer lugar. Lo perdí bajo el chirrido de los neumáticos, debajo de las ruedas de un camión... No solo la rueda de un tru

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