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Título del libro
Descripción corográfica del Gran Chaco Gualamba
Serie
Series Publicación / no. 288. Departamento de investigaciones regionales. Publicaciones especiales del Instituto de Antr
Autor
Pedro Lozano
Idioma
Español
Editorial del libro
Universidad Nacional de Tucumán
Tapa del libro
Blanda
Año de publicación
1989

Otras características

Cantidad de páginas
466
Altura
25 cm
ISBN
9789874721174

Descripción

EJEMPLAR EN BUEN ESTADO. HOJAS AMARILLENTAS POR EL PASO DEL TIEMPO.
SÓLO POR MERCADO ENVÍOS
Mapa plegable realizado por Antonio Machoni

El padre Pedro Lozano, escribió esta obra considerada el punto de partida para el estudio de la etnografía del Gran Chaco Sudamericano. Reúne los conocimientos sobre la región que hasta el año 1730 habían atesorado los Jesuitas, y aunque su visión en la actualidad parece cargada de fundamentalismo religioso, es un material de primera mano, realizado por un hombre que recorrió el dilatado y difícil territorio.
El padre italiano Antonio Machoni acompañó la primera edición realizada en Córdoba (1733) con un detallado mapa de su autoría, posteriormente llevó el manuscrito a Europa donde lo editó. En 1941 el Instituto de Antropología de Tucumán realiza una nueva edición bajo la dirección de Radamés A. Altieri, reeditada en 1989.

PRÓLOGO
La reedición de la Descripción Corográfica del Gran Chaco Gualamba del Padre Pedro Lozano, constituía un pium desiderium de la Antropología sudamericana.

Esta reedición proyectada hace algunos años por una librería española y por varios especialistas argentinos, entre ellos el ex-Director del Instituto de Antropología de Tucumán, Profesor Enrique Palavecino, que pensaba editar especialmente unos capítulos, no pudo llevarse a cabo hasta ahora.

Con este libro, el Instituto de Antropología incorpora a su serie de Publicaciones Especiales, la famosa, rara e indispensable obra del gran historiador rioplatense. Poco leído, poco conocido y poco estudiado, el extraordinario trabajo del benemérito jesuita constituye sin embargo un verdadero repositorio de documentación casi inédita sobre le Etnografía, la Geografía y la Historia del Chaco.

Hasta cierto punto, el citar al Padre Lozano era un timbre de aristocracia bibliográfica que no todos estaban en condiciones de poseer, por la extrema rareza del libro. En mayor grado podemos aplicar esto a los escritos de los Padres Jolís, Baucke y Dobrizhoffer, por ejemplo, aunque estos Jesuitas pueden ser consultados en parte, debido al laudable y tenaz trabajo del Padre Guillermo Furlong, en sus monografías sobre diversas tribus chaquenses.

La exhumación de toda o de la mayor parte de la literatura jesuítica sobre la Etnografía del Chaco será de excepcional utilidad y nos pondrá frente a una masa colosal de documentación, que nos deparará más de una sorpresa, ya etnográfica, ya histórica. La obra se ha iniciado ya; nosotros la seguimos y tenemos la esperanza de poder ofrecer desde Tucumán, otros e importantísimos libros, algunos inéditos aún, que los misioneros jesuitas escribieron sobre el Chaco.

Muy poco es lo que se puede decir del Padre Lozano y de su obra, después de los estudios de los Padres Furlong y Leonhardt publicados en Montevideo y Buenos Aires.

La Descripción Corográfica, aparecida en Córdoba (España) en 1733, estaba ya lista en 1730. Es el mismo Lozano quien lo indica en su Descripción: "No se puede negar que ha retardado estos progresos hasta este tiempo la falta de operarios que ha padecido esta provincia del Paraguay, los años pasados, pues no habiendo tenido desde el año 1717 el socorro acostumbrado de los conductos que vienen de Europa, que son el nervio de las misiones de la América, aunque el año pasado de 1729 llego un numero crecido de misioneros...".

Del mismo modo, es el cronista quien nos señala el lugar de la composición de su libro; ese lugar fue Córdoba del Tucumán: "En confirmación de esto suele referir el Padre Antonio Machoni, rector de este Colegio Máximo de Córdoba... " Ya había sospechado Furlong que Lozano escribió su monografía en Córdoba, pero faltaba la confirmación del propio autor.

El manuscrito fue llevado a Europa por el Padre Machoni y editado por éste. Una traducción latina, del Padre Juan Bautista Speth misionero de los Zamucos, se conserva en el Archivo General de la Compañía de Jesús.

El mapa que lleva la edición de Córdoba, fue compuesto por el Padre Machoni. Nuestra edición lleva también este precioso mapa.

Aunque en el texto de la Descripción nada dice Lozano de la carta geográfica, no creemos sin embargo que la haya ignorado, dado que tampoco ignoraba la que debía ir al frente de su Historia: "De la Gobernación del Tucumán, de la cual escribiré a su tiempo, se divide la del Río de la Plata en un pasaje dotado por eso con particularidad en el mapa que va puesto al principio... ".

De los pocos ejemplares de la Descripción Corográfica que se encuentran en circulación, los menos son los que llevan el mapa. Afortunadamente, el ejemplar que nos sirve para nuestra reedición lo lleva.

En la época en que escribía su Descripción Corográfica, era ya Lozano el Historiador de la Provincia del Paraguay, y naturalmente fue ésta su primera gran obra histórico-etnográfica. No se duda que el libro fue escrito a ruego de "personas celosas" y en el capítulo LXXV, agrega el cronista: "Hela referido (la campaña del gobernador Urizar) con tanta individualidad y menudencia por habérmelo ordenado así, personas a quien no se puede negar mi respeto".

Ya en 1874 don Andrés Lamas hacía resaltar la importancia de la Descripción Corográfica que era "el resumen de todos los conocimientos sobre el Chaco que hasta el año de 1730 en que fue escrito, habían atesorado los Jesuítas". El libro que durante tantos años fue la única fuente édita referente al Chaco, es aún hoy tan indispensable como lo era en el siglo XVIII; no sólo porque la crónica de Lozano "constituye la piedra fundadora de nuestro mayor edificio historiográfico" sino precisamente porque su Descripción es el punto de partida de todos nuestros estudios de etnografía chaquense.

La serie de sus grandes trabajos históricos hablando una obra fecunda y asombrosa. Agréguese el conjunto de las más extensas Cartas Anuas escritas en el Paraguay, de 1720 a 1749, los escritos menores y la ruda tarea de las misiones; se tendrá entonces el conjunto realmente colosal de su trabajo.

De esta importancia nos habla también el hecho que sus libros entraron muy pronto en la circulación de las reducciones. Y es que antes como ahora, nada se podía hacer en el Chaco, sin su concurso. Debemos a Lozano la conservación de noticias preciosas, que de no estar en su Descripción se habrían perdido. "La gloria de Lozano -escribe acertadamente el Padre Furlong- estriba principalmente en el hecho de haber sido el primero que penetró en el boscaje chaqueño de nuestros anales, el primero que abrió una picada a través de la tupida y enmarañada selva de los sucesos, facilitando así a la posteridad, la instructiva y placentera oportunidad de recorrer el camino por él esbozado y afirmado con tanto acierto y con tan halagüeño resultado".

El valor documental de la Descripción Corográfica se demuestra, al comprobarse la cantidad asombrosa de noticias geográficas, históricas y naturales diseminadas profusamente en el texto y con la indicación de las fuentes. Son los papeles de todos los Archivos disponibles los que utilizó Lozano; cartas de sus compañeros de misión, crónicas éditas e inéditas, noticias escritas y orales. Estas fuentes son las que nos hacen familiarizar primeramente con los nombres de los Padres Bárzana, Añasco, Osorio, Pastor, Machoni, Solinas, el licenciado Luis de Vega, etc.

Varias veces utilizó Lozano el libro impreso en 1726 del Padre Fernández, historiador de los Chiquitos. Según Leonhardt fue la límpida obra de Fernández lo que provocó la vocación de cronista en Lozano, quien como traductor de la crónica de los Chiquitos, pudo empaparse bien de su contenido. Es así que Lozano cita muy a menudo a Fernández. Pero otras veces y precisamente cuando copia párrafos enteros (cfr. Cap. XXI en Fernández y Cap. VII en Lozano, por ejemplo) causa extrañeza no hallar la correspondiente llamada.

Hemos dicho ya que la Descripción Corográfica es un verdadero archivo de documentos; por eso, no pensamos ni un solo instante que tales olvidos, si realmente los hay, puedan atribuirse al deseo de Lozano de apropiarse el trabajo ajeno. Recuérdese que ya en 1730, cuando Lozano terminaba su Corografía, había escrito las Cartas Anuas de 1720 a 1730. Por otra parte, la obra de Fernández tiene también "por base las Anuas" (Leonhardt). Habría que ver, por lo tanto, si no es que las Anuas son una fuente común a ambos cronistas, fuera de que no se debe descartar la posibilidad de que Fernández se sirviera de las Anuas de Lozano. No hacemos más que constatar el hecho y de lanzar una idea que puede aclararse confrontando los documentos.

Lo cierto es que de ninguna manera podríamos aceptar el epíteto de plagiario con que Enrique de Gandía achaca al Padre Lozano, a causa de este problema.

No es intención nuestra hacer resaltar aquí la importancia de Lozano y de otros cronistas jesuítas dentro de la Etnografía del Chaco. Tal importancia está implícitamente reconocida en el hecho de ser aún hoy los cronistas jesuítas, los que ofrecen el cuadro más completo de la cultura de algunas tribus chaquenses y del Chaco en general.

Después de dos siglos, son todavía los Padres Dobrizhoffer y Baucke los autores de las únicas completas descripciones de indígenas del Chaco, el primero sobre los Abipones y el segundo sobre los Mocovíes. En un aspecto más general, puede decirse lo mismo de Lozano, Jolís y Sánchez Labrador.

Naturalmente, la Etnografía del Chaco ha provocado el interés científico de los modernos. Pero nunca con la amplitud y la profundidad necesarias. Por ejemplo la obra de Nordenskiold dedicada casi en su totalidad al aspecto material de la cultura, es la prueba más representativa de este fenómeno. Además, la figura del gran etnógrafo sueco, se levanta aislada sobre la maraña chaqueña.

Los peligros derivados de esta manera de estudiar una cultura son manifiestos; primero, porque los esfuerzos se diluyen en una larga serie de pequeños estudios aislados, sin conexión con el cuadro general de la cultura; segundo, porque los pueblos a estudiar se desaparecen prontamente, extinguidos ya por aniquilamiento, ya por absorción. La pérdida de material humano y cultural es irreparable y atañe tanto a la investigación directa cuanto a los elementos de comparación con las crónicas antiguas.

No se trata naturalmente de seguir acumulando datos sobre datos, absolutamente sin un método cualquiera, siquiera fuese éste erróneo. En la Argentina, la investigación del Chaco, así como otras disciplinas antropológicas, parece haber elegido para toda la eternidad, este camino engañoso y fácil. En verdad, la Antropología argentina exige una acción más enérgica y el abandono de la estéril cantilena, pequeña y descriptiva.

En lo referente al Chaco, nuestros conocimientos generales no están más avanzados que los de la época colonial. Se han recogido, es verdad, y ad nauseam, vocabularios y mitos de dudoso origen. Pero no sabemos, por ejemplo, qué tipo de familia tenían los chaquenses; tampoco conocemos exactamente las formas de su pensamiento religioso; dígase lo mismo acerca de la psicología de los indios del Chaco, cuyo estudio serio no se ha intentado siquiera. Y así en lo demás.

El análisis de la literatura moderna no permite forjarse ilusión alguna sobre el inmediato porvenir de los estudios etnográficos del Chaco. Es entonces en la literatura antigua en donde debemos iniciar la marcha. Creemos que con la acción conjunta de los investigadores en el terreno y la edición o reedición de la vieja documentación, se ganará un poco del tiempo perdido.

Pero es a condición que tanto una como otra actividad comiencen con ritmo acelerado. El Instituto de Antropología de Tucumán, que ya tiene una honrosa tradición etnográfica, la continúa desde ahora con la publicación de esta obra capital. Aseguramos a los estudiosos que seguirán otras obras sobre el Chaco, no menos importantes.

No es solamente en el terreno etnográfico en donde la Corografía se yergue como una montaña. La historia civil y religiosa tienen en este libro su más firme base. Esta fue otra de las causas por que hemos decidido editarlo en forma completa. La evangelización del Chaco, paciente, tenaz, asombrosa, aparece allí como una impresionante prueba de la voluntad misionera.

Dificultosa nos ha sido la preparación del texto y la corrección de algunos puntos bibliográficos. Es éste el momento de agradecer al Padre Guillermo Furlong, quien ha puesto a nuestra disposición sus notas y sus consejos. Sobre todo le debemos el habernos puesto sobre la pista del catálogo de la ex-Biblioteca del Colegio Máximo de Córdoba, que se guarda en la Universidad Nacional de Córdoba. Allí hemos podido examinar el precioso manuscrito, durante la semana santa de este año. Se trata de un cuaderno foliado en parte, de unas 500 hojas que llevan la marca de agua de la Compañía. Tiene por título: Index librorum Bibliotheca Collegii Maximi Cordubensis Societatis Jesu, Anuo 1757 ; el cuaderno mide 20 1/2 X 31 ctms. y lleva tres Indices: Nombres, Apellidos y Obras, a más de una Regulae Bibliothecarii y una Advertencia para la inteligencia de este Indice.

En base a este Indice, hemos podido corregir algunos nombres propios en el texto de la Corografía y unas pocas citas bibliográficas. Otras se han controlado con el magro material de que podíamos disponer en Tucumán.

No debe extrañar esto. Tucumán no constituye un centro ideal para las investigaciones de Archivos y Bibliotecas. En las cortas permanencias que pudimos efectuar en Buenos Aires y Córdoba, hemos suplido esta penuria bibliográfica. Pero no pudimos hacer todo lo que hubiéramos deseado y lo que se necesitaba. Por otra parte, no nos resolvemos a prorrogar más la aparición de esta crónica.

La Biblioteca de la Compañía de Córdoba, tenía ya en esa época -1757- las siguientes obras de Lozano anotadas en el Index librorum: Historia del Chaco, cajón 163; Vida del Padre Julián Lizardi, cajón 15; Meditaciones de la vida de Cristo, 2 tomos, cajón 7; Ejercicios de San Ignacio, cajón 9; Lecciones sagradas, cajón 9; Historia del Paraguay, 2 tomos, cajón 178.

Anotamos al pasar, que ni Furlong, ni Lamas mencionan las Lecciones sagradas en sus inventarios bibliográficos.

Hemos dicho ya que las obras de Lozano pronto entraron en la circulación de las misiones. Señalemos como ejemplo la Historia mencionada en el inventario que se hizo de la reducción de Petacas de indios Vilelas, después del extrañamiento. Seguramente la Historia y la Corografía constituirían el fondo histórico chaqueño de las "librerías" de las reducciones.

En cuanto al tratamiento del texto de nuestra edición, nos hemos impuesto una regla de la que no nos apartamos sino en muy contados casos; el mantenimiento de la nomenclatura indígena, tal como se encuentra en la edición original.

Una reedición ideal sería aquella en que los vocablos indígenas apareciesen depurados. En muchos casos esta onomástica es el único material lingüístico de ciertos pueblos chaquenses y por esto su interés se hace más punzante. No podemos, según tenemos entendido, hacernos ilusiones acerca de la posibilidad de hallar el manuscrito de Lozano. Por otra parte, creemos fundadamente que la transcripción de la edición Machoni no es perfecta, y finalmente carecemos de buenos materiales lingüísticos del Chaco. Con este balance hubiera sido realmente aventurado y absolutamente sin valor restaurar esos nombres indígenas.

Naturalmente, a medida que nos acercamos a las fuentes más primitivas, tendremos derecho a esperar una pureza mayor en la grafía de las voces indígenas. Pero esto no nos autoriza tampoco a creer que aquellas transcripciones sean verdaderas. Los cronistas, aún los más fieles observadores, descuidaron este problema. El editor de Lozano, el Padre Machoni, autor él mismo del famoso Arte y Vocabulario Lule Tonocoté, es decir, un hombre que debía conocer la importancia de la grafía en las transcripciones de voces indígenas, deja en el texto de la Corografía todas las incongruencias onomásticas visibles a simple vista.

Además, conocemos que son muchas las fuentes editas e inéditas que empleó Lozano. De seguro es en esas fuentes en donde el historiador copió su larga lista de tribus y naciones. Pero también hay que tener en cuenta que Lozano recorrió por sí mismo el Chaco y que por lo tanto conoció de cerca a sus pueblos. Y sin embargo, este conocimiento personal no le es de ninguna utilidad para la uniformidad de sus nombres, supuesto que el manuscrito concuerde con la edición de 1733.
El doctor José Luis Molinari, de Buenos Aires, nos ha facilitado el ejemplar que utilizamos para esta reedición, poniendo nuevamente a nuestra disposición su rica biblioteca particular y haciéndose acreedor por lo tanto a nuestra gratitud y a nuestro agradecimiento. La ciencia argentina agradecerá también, como lo hace el Instituto de Antropología de la Universidad Nacional de Tucumán, el extraordinario y desinteresado gesto del distinguido bibliófilo porteño.

Radamés A. Altieri.

Tucumán, Instituto de Antropología, agosto de 1941.

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