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Características del producto

Características principales

Título del libro
Los días felices
Autor
Samuel Beckett
Idioma
Español
Editorial del libro
Cátedra
Edición del libro
Primera
Tapa del libro
Blanda
Año de publicación
2006

Otras características

Cantidad de páginas
231
Altura
18 cm
Ancho
11 cm
Traductores
Antonia Rodríguez-Gago
Género del libro
Literatura y ficción
Tipo de narración
Teatro
Tamaño del libro
Pequeño
Colección del libro
Letras universales
Cantidad de libros por set
1
ISBN
8437608481

Descripción

DATOS DEL LIBRO:
Título: Los días felices (bilingüe)
Autor: Samuel Beckett
Género Literario: Obra de teatro
Idioma: Español
Editorial: Cátedra
Edición: 1º Edición, Madrid, España, año 2016
ISBN / ISSN: 8437608481
Número de páginas: 231
Dimensiones: 11 x 18 cm.
Encuadernación: Rústica – Hojas refiladas – Tapa blanda sin solapas
Estado: Nuevo

DESCRIPCION DEL LIBRO:
Una historia patética que, en forma de teatro del absurdo, nos hace reflexionar sobre el demoledor conformismo y otros temas. "Los días felices" se ha representado muchas veces desde que Samuel Beckett lo escribiera y he disfrutado leyéndolo porque hoy todavía sigue vigente.
Winnie es una señora de mediana edad que está enterrada en un montículo hasta la mitad de su cuerpo. A pesar de sus limitaciones, siempre encuentra en su rutina diaria motivos para considerar que sus días son felices. A su lado, está su marido Willie que apenas habla y le hace muy poco caso. Winnie se conforma con que, al menos, haya alguien que la escuche, no hablar en el desierto.
Winnie es el paradigma del conformismo optimista. Inicia la rutina de la mañana: la oración, el cepillado de dientes, el peinado del pelo... cantar, al final del día; todos sus actos son un ritual minucioso que repite casi de forma maniática. Esa rutina entretiene y ayuda a pasar los malos ratos, nos dice.
La bolsa de basura, llena de los objetos que irá utilizando a lo largo del día, es el gran tesoro que guarda para convertir el día en algo útil.
A pesar de esa lucha por estar ocupada, por no pensar, buscar la alegría en los detalles, no puede evitar el temor de que las cosas cambien, que su marido muera y se quede sola, que las palabras la abandonen... mantiene una forzada actitud beneplácita, la sonrisa ante el menor acontecimiento positivo, el agradecimiento por no tener dolores, la alegría de sentirse ocupada hasta que llegue el timbrazo del final del día. El auto-engaño es su mecanismo de defensa ante la desgracia, capaz de ocultar, en parte, la situación paupérrima actual en la que ya vive. Su conformismo va más allá cuando se esfuerza por no encariñarse con lo poco que tiene, incluso con su bolsa, fuente de todas sus alegrías, por si un día desaparece. Esa auto-convicción de que todo va bien es ambigua: en varias ocasiones ella desliza una palabra que nos hace intuir que es consciente de que su vida es una mentira, que sus palabras son un disfraz para hacer la vida "feliz" o llevadera.
"¡Oh esto va a ser otro día feliz!" repite con frecuencia Winnie.
La situación, que parte del absurdo, es una metáfora de la realidad gris de muchas personas y la aceptación de su rutina banal. A través de este pequeño juego escénico el autor consigue enfrentarnos a la cara más patética del conformismo humano, la resignación como adaptación del ser humano pero, otras veces, esa adaptación conlleva a su propia desgracia e involución. El texto está cargado de elementos simbólicos, algunos de oscura interpretación.
Me parece un original recurso que la protagonista recurra a citas de Shakespeare, Milton, etc, como si fueran lugares comunes en su monólogo. Estas citas sugieren el carácter culto del personaje, a pesar de la situación en la que la encontramos, y sirve al autor para remarcar el deterioro mental progresivo que irá sufriendo; olvidará cada vez más, llegará a perder el hilo de su discurso, a no reconocer lo que ya sabía, incluso perderá movilidad. ¿Será su realidad embrutecedora la causa de esta regresión?


El marido es un personaje que apenas habla en toda la obra; está dibujado en un trazo más grueso: egoísta, obsesionado por el sexo, indiferente a su mujer aunque se deje cuidar por ella, siempre adormecido. Él puede caminar pero hace menos uso de su libertad que ella. Es una renuncia a la vida más radical que la de su esposa, aunque siempre esté leyendo el periódico vive a espaldas del exterior (ironía: lee anuncios de oferta de empleo para jóvenes). Su mujer envidia a su marido no porque se pueda mover sino porque adormilado todo el día no padece.
Beckett indica de forma obsesiva todos los detalles de la interpretación: las pausas, largas o cortas, los gestos que hacen, los objetos que cogen y se ponen... indicando los momentos precisos durante la declamación. Muchas de las pequeñas acciones sugieren pensamientos del personaje que no se expresan oralmente sino por la forma de realizarlas o, incluso, de interrumpirlas. Para el autor es muy importante el matiz interpretativo y aunque en muchas ocasiones tiene su sentido, resulta en otras excesivo e innecesario (sobre todo ahora que estamos acostumbrados a que el autor deje libertad a las decisiones del director en escena y acote menos).
Como siempre ocurre en un buen texto teatral, hay mucho más que analizar, hay muchos matices sobre los que hablar. La extraña frase repetida "al estilo antiguo", por ejemplo, o la referencia al encuentro con el matrimonio Shower...
"Los días felices" es una obra que, ya desde su título irónico, nos arroja a unos personajes y una situación patética no exenta de humor cínico. Un espejo distorsionado de una situación social que cada vez predomina más en nuestro mundo.

DATOS DEL AUTOR:
Samuel Beckett (Dublín, 1906 - París, 1989) fue un novelista y dramaturgo irlandés.
Estudió en la Portora Royal School, una escuela protestante de clase media en el norte de Irlanda, y luego ingresó en el Trinity College de Dublín, donde obtuvo la licenciatura en lenguas romámicas y posteriormente el doctorado. Trabajó también como profesor en París, donde escribió un ensayo crítico sobre Marcel Proust y conoció a su compatriota James Joyce, del cual fue traductor y a quien pronto le unió una fuerte amistad.
En 1930 regresó a Dublín como lector de francés de la universidad, pero abandonó el trabajo al año siguiente, tras lo cual viajó por Francia, Alemania e Italia, desempeñando todo tipo de trabajos para incrementar los insuficientes ingresos de la pensión anual que le enviaba su padre (cuya muerte, en 1933, supuso para el escritor una dura experiencia), hasta que en 1937 se estableció definitivamente en París.
En 1942, y después de haberse adherido a la Resistencia, tuvo que huir de la Gestapo para afincarse en el sur de Francia, que estaba libre de la ocupación alemana, donde escribió su novela Watt. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Beckett se entregó de lleno a la escritura: terminó la trilogía novelística Molloy, Malone muere y El innombrable, y escribió dos piezas de teatro. Aunque utilizaba indistintamente el francés o el inglés como lenguas literarias, a partir de 1945 la mayoría de su producción está escrita en francés, y él mismo vertió sus obras al inglés.
La difícil tarea de encontrar editor no se resolvió hasta 1951, cuando su compañera, Suzanne Deschevaux-Dumesnil, que más tarde se convertiría en su esposa, encontró uno para Molloy. El éxito relativo de esta novela propició la publicación de otras, y en especial dio pie a la representación de Esperando a Godot en el teatro Babylone de París; el resonante éxito de crítica y público que obtuvo la obra le abrió las puertas de la fama.
Su ruptura con las técnicas tradicionales dramáticas y la nueva estética que proponía le acercaban al rumano Eugène Ionesco, y suscitó la etiqueta de «anti-teatro» o «teatro del absurdo». Se trata de un teatro estático, sin acción ni trucos escénicos, con decorados desnudos, de carácter simbólico, personajes esquemáticos y diálogos apenas esbozados. Es la apoteosis de la soledad y la insignificancia humanas, sin el menor atisbo de esperanza.
Se considera en general que su obra maestra es Esperando a Godot (1953). La pieza se desarrolla en una carretera rural, sin más presencia que la de un árbol y dos vagabundos, Vladimir y Estragón, que esperan, un día tras otro, a un tal Godot, con quien al parecer han concertado una cita, sin que se sepa el motivo. Durante la espera dialogan interminablemente acerca de múltiples cuestiones, y divagan de una a otra, con deficientes niveles de comunicación.
En otra de sus piezas, Días felices (1963, escrita en inglés en 1961), lo impactante es su original puesta en escena: la cincuentona Winnie se halla enterrada prácticamente hasta el busto en una especie de promontorio. Habla y habla sin tregua, mientras su marido Willie, siempre cerca pero siempre ausente, se limita a emitir de vez en cuando, como réplica o asentimiento, un gruñido. Winnie repite a diario los mismos actos, recuenta las pertenencias de su bolso, siempre idénticas, y, sobre todo, recuerda las mismas cosas triviales e intrascendentes, pero que constituyen sus «días felices».
El teatro de Beckett adquiere tonos existencialistas, en su exploración de la radical soledad y el desamparo de la existencia humana y en la drástica reducción del argumento y los personajes a su mínima expresión, lo cual se refleja asimismo en su prosa, austera y disciplinada, aunque llena de un humor corrosivo. En el año 1969 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.

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