El Misterio De Las Catedrales - Fulcanelli (alquimia)

Descripción

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El misterio de las Catedrales
Interpretación esotérica de los símbolos herméticos de la gran obra
Fulcanelli

200 páginas
ilustraciones blanco y negro
Ediciones Chakravarti,
2019, Argentina
libro nuevo

El misterioso Fulcanelli, el alquimista del siglo veinte por excelencia, pero del que nada se sabe, ha revelado a nuestra era los secretos del arte alquímico. Y esto cuando ya la Alquimia pretendía ser interpretada como una superstición ligada a la búsqueda material del oro por quienes nada conocen de símbolos espirituales y pretenden reducir todo a su superstición materialista disfrazada de “ciencia” para esconder su ignorancia.
Quien sepa apreciarlo verá sin embargo en “El Misterio De Las Catedrales” un verdadero compendio del simbolismo alquímico medieval que ha permitido mantener vivo y continuo el hilo histórico de la Gran Obra y de los adeptos que la han realizado. Dado que durante siglos los libros sagrados han sido perseguidos y adulterados, el tener hoy alguien que sepa leer el saber incrustado en una catedral por artistas que sabían que de esta forma podían perpetuarse en el tiempo, resulta fundamental.
Este libro constituye entonces un sorprendente y revelador estudio sobre las obras maestras del arte gótico, así como un completo compendio de la sabiduría hermética. Obra poblada de símbolos y referencias a los más diversos aspectos del conocimiento, es uno de los libros más fecundos y enigmáticos de toda la historia.
El libro de Fulcanelli, es sin embargo casi tan misterioso y hermético como su autor; por lo tanto, su estudio de las catedrales góticas de Francia no es fácil de leer, y mucho menos de interpretar sin algunos conocimientos rudimentarios de alquimia.
Debe tenerse presente algunas de sus claves fundamentales:
El recipiente en el que los elementos se mezclan, conocido como Athanor, simboliza el propio hombre, la obra sólo en segunda instancia puede ser exterior como símbolo, pero es primero una operación interior. El fuego necesario para trabajarlos simboliza la fuerza transformadora del calor del amor espiritual. El azufre, padre de los metales, es el elemento masculino, activo y fijo; el mercurio, que por su parte es la madre, es el elemento femenino, pasivo y volátil; y la sal o el arsénico se convierte en el Espíritu Universal, hijo de los dos primeros elementos.
Pero para la realización de la Gran Obra es fundamental pasar primero por todos sus estadios, por ello es el silencio y el secreto, porque mal usado no conducen a la realización espiritual sino a la locura. Primero que todo deben buscarse las impurezas, reconocerse todo lo malo que hay en el operador. Por ello durante el experimento veremos que las sustancias se vuelven, inicialmente, negras, es la putrefacción de la que hablan los místicos, el estadio de purificación; sólo después de un meticuloso proceso de limpieza la obra se vuelve blanca y se transforma en plata, es el estadio de iluminación del alma; es entonces cuando finalmente se vuelve roja y se transforma en el preciado metal del oro, un elemento que es más que un noble metal, es el oro espiritual, la conclusión de la Magnum Opus que corresponde al estado de unión mística, siendo rojo el color que se puede ver en astral a quienes lo han realizado.
Fulcanelli nos muestra entonces la llave perdida de la Gaya ciencia, la representación de la piedra filosofal, la clave para alcanzar la inmortalidad. Esta es la verdadera piedra sobre la que el Cristo edificó su Iglesia, y no puede crecer más que en el interior de cada uno por arduo trabajo. Podremos ver entonces como las maravillas de nuestra Edad Media contienen la misma verdad positiva, el mismo fondo científico, que las pirámides de Egipto, los templos de Grecia, las catacumbas romanas, las basílicas bizantinas.
Es trabajo de los aspirantes ahora hacer el esfuerzo y por ello cierra su libro de esta forma:
“Quiere que sus aspirantes aprendan a pensar más con el propio cerebro y menos con el ajeno. Les pide, en fin, que busquen la verdad de sus principios, el conocimiento de su doctrina y la práctica de sus trabajos en la Naturaleza, nuestra madre común.
Por el ejercicio constante de las facultades de observación y de razonamiento, por la meditación, el neófito subirá los peldaños que conducen al SABER. La imitación ingenua de los procedimientos naturales le asegurarán el PODER. Pudiendo realizar, necesitará todavía paciencia, constancia, voluntad inquebrantable. Deberá ATREVERSE. Por último, cuando el éxito haya consagrado tantos años de labor, el Sabio, despreciando las vanidades del mundo, se aproximará a los humildes, a los desheredados, a todos los que trabajan, sufren, luchan, desesperan y lloran aquí abajo. Discípulo anónimo y mudo de la Naturaleza eterna, apóstol de la eterna Caridad, el Adepto debe para siempre CALLAR”.

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