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Descripción

Hasta la victoria siempre, compañero Raúl Dargoltz
Horacio Cao

Nos ha dejado un tipo único.
La muerte, que siempre deja sensación existencial de vacío, deja un foso más profundo esta vez, porque Raúl hacía de todo y estaba en todas: escritor, docente, artista, deportista,director de teatro, dramaturgo, investigador, ensayista, periodista, militante…

En un medio en donde concretar cosas no es precisamente fácil, Raúl tenía una potencia
extraordinaria para soñar… y después transformar esos sueños en realidad.
Como dije, hizo de todo: desde poner sus obras de teatro en los lugares más inverosímiles de su
querido Santiago, hasta viajar a Europa del Este a un campeonato mundial de karate.

Desde
polemizar (y discutir y acordar) con figuras de renombre del ámbito académico como Edward
Gibson o Ezequiel Ander Egg, hasta llevar campesinos santiagueños a ser operados en Venezuela.

Para hacer todo esto, además de su energía desbordante, nos embarcaba a todos en sus
aventuras. Y aunque a veces protestábamos porque “nos organizaba la vida”… después le
agradecíamos habernos dejado ser parte de sus sueños. Lo puedo ver todavía, diciéndome
“Horacio, salió espectacular, espectacular, a la gente le encantó…”

La gente, ahí estaba el secreto de su exuberante energía. Porque Raúl, amaba con pasión a
Santiago y los santiagueños. Claro, en ese amor no estaban todos los santiaugeños: así como era capaz de jugarse a fondo por los campesinos, por los hacheros, por los trabajadores, por los miserables de los barrios pobres de la periferia, de igual forma no se acobardaba en señalar a los poderosos ligados a la soja o al poder económico provincial, a los que hacían política con la miseria.

No debe haber sido fácil: de ascendencia judía, de orientación marxista, de posición agnóstica, de militancia antijuarista, de tendencia popular. Se necesitaba la energía de Raúl para romper este decálogo perfecto de elementos que a otro hubieran llevado al exilio interno y la desesperación.

Demás está decir que todo hubiera sido más fácil, si hubiera abjurado de su amor y se hubiera subido a la ola de codicia, egoísmo, liviandad que son el centro de los valores que en muchos lados se venden como los que sirven. Por el contrario, Raúl fue uno de los exponentes más maravillosos de los valores y realizaciones que postulamos desde la generación del ’70.

Para terminar: algunos de los que no tenemos el privilegio de contar con el don de la fe, buscamos
la trascendencia en lo colectivo. Sé que a Raúl le encantaría pensarse que sobrevive en la red que parece empezar a construir los sueños de unidad latinoamericana. En cada asamblea del MOCASE, en las movilizaciones del campo popular, en cada campesino que vuelve a ver por la Misión Milagros.

En cada obra de teatro, libro o chacarera que rescate lo mejor de nuestro pueblo
latinoamericano, ahí estará Raúl.

¡Hasta la victoria siempre, compañero Dargoltz!

Libro con dedicatoria manuscrita del autor

Ilustraciones y retrato de Marcelo Fernández

Garantía del vendedor: 15 días

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