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DATOS DEL LIBRO:
Título: El biombo del infierno y otros cuentos
Autor: Rynosuke Akutagawa
Traducción y notas: Kauya Sakai
Género Literario: Cuento
Editorial: La mandrágora
Colección: Asoka
Edición: 1º Edición, Buenos Aires, año 1959
Número de páginas: 64
Dimensiones: 14 x 20 cm.
Encuadernación: Rústica – Hojas refiladas – Tapa blanda con solapas
Estado: Usado en muy buen estado de conservación. Sin subrayados, sin resaltados, sin roturas, sin páginas faltantes, sin anotaciones, sin resto de humedad. Tapas algo gastadas.

DESCRIPCIÓN DEL LIBRO:
Es sabido que la diferencia entre el cuento y la novela no radica en la cantidad sino en la calidad. Cuentistas como Poe o Merimée fascinaron a sus lectores con la brillantez de sus estilos. Akutagawa es uno de los contados representantes de la literatura japonesa moderna que ha logrado un efecto similar.
En los cuentos de Akutagawa cobra importancia la forma y el medio de expresión, lo que explica por qué intenta técnicas y estilos que asombran por su admirable ductilidad; su verdadera meta, empero, es la búsqueda de ese algo intransferible que sólo se logra cuando el autor no se enquista en la aparente comodidad de algún estilo o modo definido.
Akutagawa es uno de los escritores que más se han aproximado al dominio del arte puro mediante el cultivo del cuento.

DATOS DEL AUTOR:
Ryunosuke Akutagawa (Tokio, 1892-1927) Escritor japonés de corta pero notable trayectoria. Es uno de los autores más problemáticos, inquietantes, versátiles y discutidos del siglo XX, bien conocido no sólo en Japón, sino también en Occidente, en donde tempranamente muchas de sus obras fueron traducidas y presentadas al público. Escribió más de cien relatos, además de ensayos críticos, crónicas de viajes y páginas de diario, obras indispensables para reconstruir su compleja personalidad, tanto de hombre como de escritor.
Su madre enloqueció cuando aún no tenía un año y su padre lo puso bajo la tutela de un tío materno, perteneciente a una rama familiar de estrictos pero empobrecidos funcionarios. Desde pequeño mostró sus brillantes cualidades para la lectura y el estudio. En su último año de universidad publicó su cuento más célebre, Rashomon (1915). Se doctoró en 1916 con una tesis sobre William Morris, tras estudiar a fondo las literaturas inglesa, alemana, francesa y rusa.
En 1918 se casó y empezó a trabajar en un periódico, el Mainichi Shimbun, que en 1921 lo envió como corresponsal a China y Corea. Sin embargo, su frágil salud y sus nervios se resintieron y comenzó a atormentarse con el fantasma de la locura. Su escritura adquirió un tono más desesperanzado e irónico, aunque sin abandonar los imperativos de claridad y lucidez que se había impuesto desde el principio. En 1926 sufrió otro colapso nervioso, esta vez más serio. El 24 de julio de 1927, tras liquidar las deudas heredadas de su tío y sostener un encendido debate con Junichiro Tanizaki, se suicidó mediante una sobredosis de pastillas. Había dejado, a modo de explicación, un texto titulado Carta a cierto viejo amigo.
A partir de sus primeros relatos, Rashomon (1915) y Hana (1916), Ryunosuke Akutagawa mereció la atención de la crítica. Muchos de sus relatos son de ambientación histórica, para lo cual recurrió al patrimonio de la literatura, la mitología y la fábula, no sólo japonesa, sino también china, hindú e incluso occidental, reconstruyendo libremente situaciones y temas e interpretándolos bajo una luz ora irónica, ora dramática, pero casi siempre paradójica, explorando las infinitas interpretaciones posibles de las acciones humanas y utilizando una lógica rigurosa que subvierte cualquier valor o idea preconcebida.


En la reconstrucción de la psicología de sus personajes y de los dramas que éstos viven puede advertirse el recurso a fuentes occidentales (desde la Biblia hasta Jonathan Swift, Daniel Defoe, Goethe, Edgar Allan Poe, Fiódor Dostoievski, Prosper Merimée o Pierre Loti), que le sirve de pretexto para una interpretación dedicada a recorrer las etapas de la historia y la literatura japonesas, de las que reconstruye lenguaje, ambientes y personajes.

En Susanoo no mikoto (1920) revivió los antiguos mitos del país a través de la figura del dios-héroe hermano de Amaterasu, la divinidad del Cielo; otros, como Rashômon y Shunkan (1922), en los que describe las intrigas de la corte y la sorda rivalidad por el poder, están ambientados en la época Heian, cuna de la refinada cultura que manifiesta la aristocracia cortesana.

En otros relatos recorre la época de la introducción del cristianismo en Japón: las primeras persecuciones, en el siglo XVI, y el largo período de paz que siguió, con el florecimiento de la cultura popular y la emergencia de una clase mercantil y urbana, hasta la apertura definitiva del país al mundo occidental, a mediados del siglo XIX. Tampoco faltan en su vasta producción los relatos de ambiente contemporáneo, como Hankechi (1916), Mikan (1919) o Torokko (1922), famosos por el atento y sensible análisis psicológico de sus protagonistas y la límpida precisión narrativa.
En todos ellos aparecen, junto a las figuras históricas principales, personajes menores y anónimos: monjes y bandoleros, guerreros y damas de la corte, literatos y ascetas, misioneros, campesinos y mercaderes, ladrones y criados fieles; todos ellos portavoces de su propia época histórica, pero también de la angustia y la inquietud que vive el escritor, reflejo de la neurosis que amenazaba su equilibrio psíquico, y cada vez más presentes en las obras de su último período -Kappa (1927), Haguruma (1927) y El Cristo de Nankin-. Sin embargo, en el "ansia indefinida" de que hablaba él mismo en la carta que escribió poco antes de suicidarse como justificación racional de su acto, se refleja su inseguridad frente a la realidad, lo que hizo de su suicidio el emblema de la crisis que vivía la sociedad japonesa de los años veinte, además de un elemento esencial para comprender y valorar su arte.

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