Manzanas Robadas, Evgueni Evtushenko. Impecable, Como Nuevo!
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DescripciĂłn
Manzanas robadas, de Evgueni Evtushenko. Ed. Unión de Escritores y Artistas de Cuba, año 2012. Tamaño 18 x 13 cm. Traducción de Javier Campos. Estado: Impecable!! (libro Nuevo guardado en depósito). Cantidad de páginas: 144
Yevgueny Yevtushenko (1932-2017), fue un poeta ruso, profesor de universitario que incluso incursionó en el cine como actor, guionista y director. Varias veces nominado al Premio Nobel de Literatura, es el verdadero maestro de la escuela poética posestalinista. Brillante y polémico portavoz de la Rusia del deshielo, realizó numerosos viajes al extranjero, cosechando clamorosos éxitos.
EstudiĂł en el Instituto de Literatura Maksim Gorki de MoscĂş (1952-1954), del que fue expulsado por apoyar la novela de VladĂmir DudĂntsev No solo de pan vive el hombre.
Junto con AndrĂ©i Voznesenski, RĂłbert RozhdĂ©stvenski y Bela AjmadĂşlina, Yevtushenko fue uno de los Ădolos de la generaciĂłn de los sesenta y citas de sus obras se transformaron en frases proverbiales, por ejemplo, "Un poeta en Rusia es más que un poeta".
Como estos poetas, fue especialmente popular durante el deshielo y formĂł parte de la llamada poesĂa de los estadios, esa que llenaba arenas deportivas con sus versos. Su poesĂa fue social, dirigida principalmente a los jĂłvenes de los años sesenta, que anhelaban cambios profundos en la UniĂłn SoviĂ©tica. Yevtushenko querĂa reunir en la poesĂa rusa el vigor de VladĂmir Mayakovski y la ternura de BorĂs Pasternak.
En 1989 Yevtushenko fue elegido diputado del Soviet Supremo de la URSS. En 1991 llegĂł a la Universidad de Tulsa, Oklahoma con su familia y viviĂł durante años entre los Estados Unidos y Rusia. En los EE. UU. compuso y publicĂł una obra fundamental en inglĂ©s - antologĂa de poesĂa rusa "Las estrofas del siglo" (más que 1000 páginas, más que 875 poetas) (1993).
Recorrió el planeta en sus innumerables viajes y su relación con el mundo hispano ha sido especial: aprendió español y tradujo al ruso a algunos poetas como el chileno Raúl Zurita.
Yevtushenko fue miembro honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras (desde 1987), miembro de Academia Europea de Ciencias y Artes y profesor de las universidades de Pittsburgh y Santo Domingo.
Su poesĂa intenta tocar los puntos neurálgicos y dolorosos de la historia de su paĂs, desde el resurgir del antisemitismo (Babi yar, 1961) hasta la omnipotencia de los burĂłcratas. Otro tema de su lĂrica es el amor: un sentimiento siempre incierto y cambiante, en el que actitudes de desafĂo se alternan con momentos de timidez y soledad. Él mismo ha dicho que es un poeta para los que no son poetas, y si no pudo cambiar Rusia como habĂa soñado, sĂ ayudĂł de manera considerable a descongelar el hielo de su Ă©poca.
En cuanto a su antologĂa Manzanas robadas:
El paraĂso se pierde en la infancia. Su pĂ©rdida es cicatriz abierta en el recuerdo. La larga trayectoria poĂ©tica de Yevgeny Yevtushenko respira ese sobrecogimiento del niño descuidado al que sorprenden robando fruta. Los 47 poemas ofrecen un decorado amplio de las relaciones sociales bajo el manto del comunismo soviĂ©tico, asĂ como de las pulsiones amorosas del personaje poĂ©tico que transita por esa historia.
Leemos estos poemas gracias a la traducción del poeta chileno Javier Campos, que si bien presenta el serio inconveniente de ser una traducción indirecta (del inglés), aporta la virtud de haber sido cotejada en gran parte por el poeta ruso, buen conocedor del español, hasta el punto de haber escrito alguno de sus poemas en esta lengua.
SelecciĂłn que recoge versos desde los años 50 hasta nuestros dĂas, que mantiene una voz reconocible a lo largo del tiempo, recogiendo bien sus dos temáticas predominantes: la crĂtica social y polĂtica, y el sentimiento amoroso. Su poesĂa es un constante acto comunicativo y, como tal, un instrumento de convivencia con la historia.
De esta manera, mantiene una conversaciĂłn abierta con el lector, casi tuteándolo, a travĂ©s de un lenguaje sencillo, que consigue, la mayorĂa de las veces, mantener ese necesario equilibrio con la sugerencia y la evocaciĂłn del que precisan los buenos poemas. En 1961, escribĂa el poema IronĂa, que ejemplifica bien este equilibrio:
El siglo veinte se ha burlado de nosotros.
Hemos sido estrujados y engañados como los impuestos.
El respiro de la vida ha erosionado nuestras ideas
tan rápido como ir deshojando las hojas de una margarita.
Como los niños acostumbrados a crueles sarcasmos
dependemos ahora de una autodefensa
a travĂ©s de la ironĂa no del todo escondida
ni tampoco totalmente evidente.
(…)
La herida abierta que atraviesa su propuesta lĂrica guarda un cercano paralelismo con su yo biográfico. Se trataba al mismo tiempo del fin de una pesadilla y de la descomposiciĂłn de un buen sueño. Quien habĂa sufrido la opresiĂłn totalitaria, recordaba tambiĂ©n que el sueño revolucionario habĂa tenido en su origen una voluntad de justicia y transformaciĂłn social.
En 1991 hablaba de ese mal comienzo de la Rusia capitalista en el poema PĂ©rdida:
Rusia ha perdido
a Rusia
dentro de la propia Rusia.
Rusia se busca a sĂ misma
como se busca en la nieve un dedo cortado
(…)
El amanecer tiene esa capacidad de desdibujar los sueños, de cegar al habitante que sale de su caverna, haciĂ©ndole añorar ese embriĂłn de la promesa de la luz. Yevtushenko sabe que en la historia no hay espĂritus puros, sino interacciones entre sueños y nostalgias. Ese niño, al que expulsaron del colegio y del instituto, no deja de buscar esa primera promesa de libertad, asĂ en el poema, Antes del alba, de 1995 dice:
No hay ninguna parte de mi vida que haya sido irreprochable,
claro que no fue siempre sabia pero hay que recordar las culpas no pagadas,
fui un niño con los ojos llenos de vida antes del alba,
ese espacio de libertad que es mucho mejor que la libertad del dĂa.
El sujeto del conocimiento histĂłrico es la misma clase oprimida que lucha, recuerda Walter Benjamin en sus tesis sobre el concepto de historia. Al mismo tiempo, la poesĂa tiene la capacidad de indagar en la memoria sentimental de los pueblos. De este modo, la lĂrica de Yevtushenko combina ambas ideas y aborda esa exploraciĂłn sentimental de la experiencia histĂłrica del sujeto oprimido. AsĂ, encontraremos un poema a la muerte de GarcĂa Lorca; un poema que revive un encuentro de fĂştbol entre la URSS y la RepĂşblica Democrática de Alemania en 1955, al que asistieron varios de los mutilados soviĂ©ticos en la Segunda Guerra Mundial; a la ejecuciĂłn del lĂder cosaco del XVII, Stenka Razin; o el aclamado, Babi Yar, uno de sus poemas más populares, que recuerda la matanza por parte de las SS de 33.771 personas en la ciudad de Kiev en 1941,con ayuda de la policĂa ucraniana en el barranco que da nombre al poema, y comienza asĂ:
No hay ningĂşn monumento sobre el barranco de Babi Yar.
SĂłlo desparramadas rocas como rĂşsticas tumbas.
Tengo miedo.
Hoy dĂa me siento tan viejo
como todo el pueblo judĂo.
(…)
Pero tambiĂ©n es el sentimiento amoroso el espejo natural de la expresividad emocional. AsĂ, abundan en su obra poemas que indagan en este sentimiento, que se esfuerzan en meditar con la soledad como modo de convivir con esa pulsiĂłn amorosa. Además, Yevtushenko habla del amor como fuerza creadora, gĂ©nesis de conciencias, indisociable de las preocupaciones sociales, del sentimiento de colectividad. El final del poema, Hijos del amor, retrata bien esta perspectiva:
Yo fui la bujĂa de dos almas, de dos cuerpos
que en un instante se transformaron en uno solo.
Soy hijo del amor…
entre aquellos que no conocen el amor,
me gustarĂa compartir mi secreto familiar de cĂłmo amar:
hĂşndete en una fiebre sagrada
y sin duda sobrevivirás
emergiendo con un milagroso aullido entre tus manos.
Rafael Alberti, como Neruda, tradujo algunos poemas de Yevtushenko. Hay algunas cercanĂas entre los personajes poĂ©ticos de ambos, recuerda Yevtushenko a ese Alberti de raras camisas, chalecos y cabellos estentĂłreos que canta con voz viva delante de su pueblo al siempre sostenido ciego amor, más allá de la muerte.
Y, en consecuencia, tenemos un libro muy versátil, que recorre emocionalmente los Ăşltimos años del estalinismo, asĂ como los 30 años Ăşltimos del sueño comunista. Para finalizar, citamos el comienzo del poema que da tĂtulo a la compilaciĂłn, respira bien ese aire por el que se mueve la poesĂa del poeta ruso:
Las rejas se fueron abajo por la tormenta
y nosotros, niños ladrones entre las tristes sombras
Ă©ramos entibiados por nuestras camisas
repletas de manzanas robadas.
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