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“Los varones vivimos menos por tratar de ser bien machos”
Volnovich plantea que los varones ganan cuando renuncian a ejercer el poder.

Clarín.com Sociedad

Le gusta molestar a Juan Carlos Volnovich, para eso es psicoanalista. Le gusta decir que esa idea de que a las mujeres les gustan los hombres "dominantes, violentos, toscos" es una idea de los varones, que quizá sean así los hombres que les gustan a los varones... Mira con picardía —se ve que le gusta—- cuando dice que los varones son —"somos", dice— dependientes, atados al amor. Y se pone serio para asegurar que los hombres la pasarán mejor —y vivirán más— cuando renuncien al modelo tradicional. Estos temas ocupan desde hace tiempo a Volnovich, que acaba de publicar el libro Sí, querida. El poder de los sometidos.

Primero, el título. Que es un chiste, claro, es una ironía. Pero no solamente. "Hay algo de reacción forzada, de violencia contenida en ese asentimiento. Algo de desmentida al sí y de concesión al no circula en esa expresión que, bajo la apariencia de un sometimiento, deja entrever su opuesto: una indoblegable rebeldía", escribió Volnovich. "Este 'sí' sobreactuado quiere decir 'no', dice ahora. "'Sí, querida' quiere decir 'No, te odio'".

Volnovich ha escrito un libro en el que habla de las mujeres de su vida —la amiguita de la infancia, la mamá, la esposa, la hija— para hablar, en el fondo, de los varones. Para decir —como explica ahora— que "un varón gana cuando renuncia a ejercer el poder. Cuando renuncia a conquistar, a dominar, cuando deja de estar sometido a la tiranía del estereotipo convencional".

—¿Qué gana?

—Me parece que a las mujeres les gustan los varones tiernos, democráticos en sus vínculos. Eso gana. Pero además, se ahorra el trabajo de tener que estar todo el tiempo dominando, algo tremendo que se lleva nuestra vida.

—¿Se lleva la vida?

—Concretamente, los varones vivimos menos que las mujeres. Se nos va la vida en la energía de someter, de conquistar. En las cosas que hay que hacer para ser bien machos: ir a la cancha, ir a la guerra, andar en moto, trabajar muchísimo. Renunciamos a lo sensible, porque está considerado como femenino, y enfermamos y morimos por eso.

—¿Es para tanto?

—Esta renuncia nos convierte en discapacitados emocionales. Los varones no podemos estar solos. Las mujeres claman que se mueren por amor pero son mucho más independientes. ¿Viste muchos hombres solos?

No es fácil, sin embargo, cambiar de modelos, pensarse de nuevo, contra ¿cinco mil? años de cultura. Y la maravilla de convivir con el varón políticamente correcto puede tener alguna rajadura. Lo que él ha visto es, en muchos de estos casos, la desaparición del deseo.

—Si la mujer es exitosa el hombre es impotente?

—Varones que apoyan la independencia de sus hijas, con sus parejas son muy ambivalentes. Y si bien se dan una política de "vamos a crecer juntos", luego la desfeminizan, la castigan. No la desean más.

— ¿Eso para las mujeres no es mal negocio?

—A veces las mujeres se dan cuenta de esto y generan una especie de disociación por la cual en el espacio público desarrollan todos sus atributos de poder y en la esfera íntima se comportan de la manera más convencional, se convierten en geishas.

Volnovich —dos hijos, una nieta— escribió que las mujeres lo aman, que todas lo aman. ¿Cuál es la fórmula? "Tuve que portarme bien y ser travieso; tuve que ser apasionado y renunciar a mis pasiones, tuve que seducir y conquistar, tuve que ser inteligente y últimamente ¡tengo que hacerme pro feminista!"

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