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Descripción

Páginas: 156
Medidas: 14 x 22 cm.

Todavía siento la conmoción por la lectura de la obra dramática de Lucía Arslanian, titulada El funeral de mi marido, libro que contiene, además, dos piezas teatrales: Trapitos al sol y Terapias paralelas.
La temática está basada en el contexto de la sociedad actual, y la forma de expresarla fluctúa entre lo tragicómico y lo sentimental. Por tanto, la autora ha preferido la comedia, el drama asainetado, y la poderosa teatralidad del sainete, géneros bien concebidos y estructurados para la acción teatral.
Hábil y certera en la captación de las peculiaridades de la gente de clase media, Lucía diseña personajes realistas adaptando su discurso a los procesos de cambio vigentes, con las exigencias y limitaciones enmarcadas en la inmediatez que imponen los gustos del público.
Dentro del esquema dinámico de su percepción y con admirable economía verbal, la dramaturga desnuda a los protagonistas a través de diálogos sencillos, pero intensos y veraces. Concreta situaciones y conflictos sociales. En sus diversos grados de relación los interlocutores evolucionan a partir de las circunstancias que se van entramando. Utilizan un lenguaje natural y llano, se diría espontáneo y común como el de la oralidad, que la hace comprensible a la mayoría de los lectores. Asimismo de los espectadores en caso de “puesta en escena”.
El funeral de mi marido contiene un repertorio imprevisible. En el procedimiento de su escritura vale destacar el aspecto verbal. La capacidad privilegiada de la autora para producir variantes en el plano de la farsa, la parodia, el sainete, se materializa en los diálogos cuya fuerza semántica hace avanzar la teatralización en cada escena que crea su propia realidad. La parodización se desarrolla a través de sugerencias, imágenes, sensaciones irracionales y contradictorias. Sensible a las reacciones emotivas del mundo sentimental, la autora cultiva un estilo hecho de personajes protagonistas, y objetivaciones relacionadas con un todo armónico, grato, divertido.
En suma, su creación estética resulta una metáfora que pone en primer plano la subjetividad desde la materia hasta el espíritu.
Finalmente quiero felicitar a Lucía quien con generosidad humana e intelectual nos acerca esta atractiva y bella obra teatral.

Marta de Paris

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