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Descripción

Los telómeros son como los escudos protectores del ADN de nuestras células. Su nombre, de origen griego, significa literalmente “parte final”, y es que los telómeros son eso: los extremos de los cromosomas, algo parecido a las puntas de plástico de los cordones de los zapatos.

La longitud de los telómeros, los extremos de los cromosomas, está vinculada al envejecimiento.

Pero son partes del ADN muy repetitivas y no codificantes: su función principal es proteger el material genético que porta el resto del cromosoma.

A medida que nuestras células se dividen para multiplicarse y para regenerar los tejidos y órganos de nuestro cuerpo se va reduciendo la longitud de los telómeros, y por eso con el paso del tiempo se hacen más cortos.

Cuando finalmente los telómeros se quedan tan pequeños que ya no pueden proteger el ADN, las células dejan de reproducirse: alcanzan un estado de senectud o vejez.

Por eso, la longitud de los telómeros se considera un “biomarcador de envejecimiento” clave a nivel molecular, aunque no es el único, y en años recientes ha atraído la atención de numerosas investigaciones.

Desde su descubrimiento en 1990, se ha comprobado que los telómeros cortos están relacionados con el envejecimiento prematuro y con mayor incidencia y mortalidad por cáncer. Además, se relaciona con un sistema inmune debilitado, diabetes tipo 2, niveles elevados de colesterol en sangre, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, densidad ósea baja, demencia e incluso, infertilidad.

Cada vez que las células se dividen, los telómeros se van acortando más y más, hasta que llegan a un límite crítico, conocido como el límite de Hayflick. A partir de entonces, los telómeros son tan cortos que los cromosomas pueden volverse inestables, y existe más probabilidad de daño en el ADN: errores y mutaciones genéticas. Lo que se traduce en enfermedades y envejecimiento.

La TELOMERASA, una enzima capaz de conferir vida adicional a las células supuso un hallazgo muy prometedor en el desarrollo de terapias anti envejecimiento e, incluso, anti cáncer. Es precisamente a esta temida enfermedad a la que le debemos tal descubrimiento: en 2003, a la estadounidense Elizabeth Blackburn, junto a su equipo, se le concedía el premio Nobel de Medicina por comprobar cómo las células tumorales eran capaces de activar la acción de la telomerasa para convertirse en inmortales.

Durante los últimos años, los estudios de la telomerasa han arrojado mucha luz acerca de cómo funciona el envejecimiento y su relación con el cáncer. En España, el equipo de la Dra. María A. Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), consiguió en 2008 alargar la vida de ratones tratados con telomerasa hasta un 40%.

En 2009, tres investigadores estadounidenses obtuvieron el premio Nobel de medicina por su trabajo sobre el envejecimiento de las células y su relación con el cáncer. Elizabeth Blackburn, Carol Greider y Jack Szostak investigaron los telómeros y descubrieron que la enzima telomerasa puede proteger a los cromosomas del envejecimiento: puede hacer que se regeneren los telómeros, los puede prolongar. Esta enzima ayuda a evitar que los telómeros se achiquen con la división celular, lo que contribuye a mantener la juventud biológica de las células.

Nuestra fórmula se nutre de: Astragalus membranaceus, Camellia Sinensis, carnosina, vitaminas B9 y B12, Colina, Inositol, Acido Nicotínico

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