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Todo intento de preparar al espectador para el impacto emocional que produce este texto está destinado al fracaso, a la pequeñez. El relato de María Luján es tan sentido, tan desde las tripas, que uno no puede sino vivir en estas páginas toda su experiencia. En este potente libro, Rey nos cuenta en primera persona, de primera mano y en primer dolor, todos los sucesos desde ese día hasta hoy. Leerlo es entender y darnos la posibilidad de acompañarlos en su lucha.
María Luján y todos los familiares de las víctimas se convirtieron en héroes. No sólo en gente a la que yo debía acompañar en su reclamo de justicia, sino también gente de la que debía aprender. Aprender a no bajar los brazos. Aprender a aguantar el insulto de muchos y el escrache estatal. Aprender a soportar con hidalguía las muestras de miseria humana. Aprender a luchar contra la injusticia y la mentira. Ellos son héroes por una sucesión de hechos evitables y delictivos que desembocaron en que la historia les tocara el timbre. Están solos. Necesitan de nuestra ayuda y compañía. Debemos estar presentes y no debemos olvidar.
Querida María Luján, gracias por este libro. Gracias por dejarnos seguir aprendiendo. FRAGMENTOS DEL PRÓLOGO DE JUAN JOSÉ CAMPANELLA

María Luján Rey nació el 4 de agosto de 1969 en San Antonio de Padua, provincia de Buenos Aires. Es hija de Omar y de Elba, y la hermana del medio de Juan Manuel y María del Carmen. De su papá heredó el gusto por el folclore y la pesca; de su mamá, la pasión por la lectura. En esa localidad cursó la escuela primaria y secundaria, y el magisterio inconcluso. Vivir en esa zona la convirtió en usuaria habitual de la Línea Sarmiento, en principio como estudiante, y durante años para llegar a su trabajo en la ciudad de Buenos Aires. Se casó y el 21 de mayo de 1991 nació su primer y único hijo varón, Lucas. Y cuatro años después, el 8 de agosto de 1995, nació su princesa Lara. Después del divorcio inició el profesorado de Geografía, que cursó, compatibilizando los quehaceres domésticos, las obligaciones como mamá y la confección de artesanías. En diciembre del 2009 se recibió y desde ese momento, dejó su trajinar por las ferias artesanales para dedicarse a la docencia. Hoy es también abuela de Paz, el tesoro más grande que le dejó su hijo Lucas Menghini Rey.

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